Este blog es dedicado a las familias católicas y a quienes buscan realizar el llamado a la santidad viviendo en plenitud el don de la vida a través de su propia vocación como hombres y mujeres, padres de familia, abuelos, jóvenes y niños. Los enlaces y temas ofrecidos son recursos considerados como herramientas para la vida cristiana. Esperamos en Dios que les sea de alguna ayuda. Que Dios bendiga a nuestras familias.







domingo, 23 de octubre de 2011

Reflexion Sobre el Evangelio del XXX Domingo del Tiempo Ordinario

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas". (Mateo 22; 34-40)

REFLEXION:
 
    De estos dos mandamientos depende nuestra salvación.
 
   Si nos fijamos en los Diez Mandamientos de Dios, encontraremos que los primeros tres corresponden a nuestra relación con Dios, y los otros siete para con el prójimo. Por eso Jesús nos dice al final de este Evangelio que, de amar a Dios de todo corazón, alma y espíritu, y al prójimo como a uno mismo, depende toda la Ley y los Profetas. Al decir 'la Ley' Jesús se refiere a los 'Mandamientos de Dios' y al decir 'los Profetas', se refiere a todos los 'mensajes' que Dios había mandado a 'Su pueblo' a través de los mismos profetas.
 
    Así que todo lo que hagamos en nuestra vida debe estar relacionado a estos dos mandamientos. 
 
    El amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el espíritu, significa amarlo con toda nuestra capacidad. La cosa es que para poder amar a alguién se necesita tratarle y conocerle. No se puede amar a quién no se conoce. El amor implica más que una atracción, un interés o un gustar. El amor exige respeto, fidelidad, entrega, sacrificio y paciencia. Podemos aprender muy bien sobre el amor basandonos en una relación de matrimonio. Para que ese matrimonio sobreviva los desafíos de la relación, tiene que haber verdadero amor y no solo sentimientos, sino también obras. El amor entre una madre y sus hijos es otro ejemplo, y no se basa solo en una relación biológica. Ser madre implica de una total entrega a los hijos, de un morir a si misma para dar vida a quienes ella ama y por quienes vive. El ser papá también implica una entrega, un darse un morir a 'mi tiempo' o 'mis cosas' y darselo a 'mis hijos'.
 
    Lo primero que debemos recordar es que Dios nos amó primero enviando a Su Hijo como 'victima' para morir por nuestros pecados (1 de Juan 4; 10) .  Y que nuestro amor a Él se basa en corresponderle por su incondicional amor e infinita bondad hacia nosotros. Nuestro amor a Dios es un amor de 'hijos' hacia un 'Padre Bueno'. Un amor que reconoce todo lo bueno que este 'Padre' ha hecho por nosotros y que se alegran por tenerlo.
    Cuando uno es pequeño, busca siempre agradar a sus padres, recibir su aprobación, cariño y aplausos. Aunque todo lo pide, también todo lo da; su confianza, fiidelidad y corazón. Y aunque no siempre se obedece, sabe reconocer quien manda, quien es la autoridad y quien lo provee todo. Su mundo es alegre. Ama porque es amado, se sabe amado y se siente amado.
De esta manera  Dios espera que le amemos; como un hijo (a) ama a sus padres. No quiere que sea para nosotros un yugo pesado, sino un placer. ¿Quién estando enamorado ha sentido el amar como un yugo? al contrario, el amor hace cualquier yugo mucho más ligero.
 
    Para 'amar al prójimo' Jesús nos ha enseñado claramente en la parabola del 'Buen Samaritano' que no debe haber distinción. Todos somos hermanos e hijos de un mismo Padre que nos ama a todos, por igual, incondicionalmente. Hay tantas maneras de amar como lo hay oportunidades para hacerlo. Cada dia y en cada momento, a diferentes personas, de diferentes maneras, a nuestros seres queridos, los más cercanos a nosotros, a nuestros amigos, compañeros de escuela, trabajo o servicio, y hasta a los extraños. 
 
"Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver." (Mateo 25; 35-36)
    De esto depende la Ley y los Profetas.
 
 
PREGUNTAS:
 
1. ¿Qué me impide amar a Dios como lo debo amar; más allá de los sentimientos?
 
2. ¿Qué me impide amar a mi prójimo; no al que es a todo dar y me la hace fácil, sino a aquél o aquella a quien le saco la vuelta o veo con repugnancia?
 
3. ¿Qué le digo a Dios?
 
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario